lunes, 15 de noviembre de 2004

EMI, historia de una traición

Tenías un añito cuando apareciste atada a la puerta del refugio de animales abandonados de Segovia. Allí te encontraron, callada, y humillada como se quedan todos los perros que dejan cobardemente abandonados a la puerta de un albergue en un intento de lavar una conciencia que no se tiene. Simplemente te ató y se fué y, seguro que tu lo mirarías y te preguntarías qué habías hecho para que así te dejara.

Te recogieron, te calcularon la edad y te pusieron por nombre: Emi; te metieron en una jaula que nunca te gustó aunque tú nunca dijiste nada. Bueno, tú, Emi, la verdad, es que nunca decías nada, todo lo deducíamos por tu mirada y tiempo después te pasamos a lo que jocosamente llamábamos "oficina" porque allí había cuatro papeles. En ella te hiciste tu propia casa con unos cartones enormes que formaban una especie de caja inmensa, en donde sólo se te veía si uno se asomaba y con el tiempo le llamamos el "chalet de Emi".

Te habíamos prometido un estupendo hogar para toda la vida, queríamos animarte pero cuando oías esas promesas, callabas y hacías que te lo creías como intentando animarnos a nosotros. Fueron 5 años largos de espera, de inviernos heladores, de humedades, de escasa comida salvo en Nochebuena que había lata. Malos tiempos Emi, malos tiempos ...

Pero un día apareció Alberto y dijo que quería llevarte a vivir con él a Sevilla. Contó que tenía dos hijas y que tu serías el mejor regalo de Reyes para la mayor pero no, no ibas a ser un objeto, ibas a ser la perra que ella siempre había querido tener. Me acuerdo cuando te dimos la noticia, todos tan contentos ... ibas a tener una casa de verdad no de cartón, pero sobre todo, ibas a tener cariño, familia auténtica, todo lo que no habías tenido antes y tú, nos escuchaste ilusionada pero sin poder creértelo.

Y llegó el gran día, el 2 de enero del 2001. Saliste del refugio con tus papeles oficiales, tus datos, no tu historia que esa no estaba escrita.

Nombre: Emi.
Adoptante: Alberto Fernández.
Destino: Sevilla.

No había más pero todo era precioso. El sabía tu historia porque nosotros se la contamos, tu no lo ibas a hacer, que los perros abandonados, nunca hablan de su pasado y, Alberto, se la contó a su hija y así supo que tenías 6 años, que el Rey Melchor te había recogido del refugio de animales abandonados porque estabas triste y necesitada, que tenía que cuidarte y que tu la cuidarías a ella, que la necesitabas mucho, que no eras un objeto de regalo, sino una preciosa perra abandonada. Todo eso y más, decía la carta que te acompañaba el dia 6 de enero del 2001. Ese día empezó tu nueva vida. Vimos tus fotos en la playa, te vimos en familia y hasta nos viniste a visitar.

Estabas orgullosa de ella, seguías siendo la perra tímida que habías sido pero no ensimismada como antes. Eras educada como sólo los perros abandonados llegan a ser quizá temiendo otro abandono por cualquier metedura de pata, que tú bien sabías Emi, que cualquier fallo de un animal tiene sanciones desproporcionadas a la falta cometida, no fuera a ser que un ligero gruñido lo confundieran con agresividad aunque aquel fuera de dolor o de placer, no fuera a ser que un gemido de angustia por la tardanza, lo transformen en un escándalo vecinal insostenible, que hay que controlar para que no se confundan los humanos.

Nos contaron lo buena que eras, lo bien que te portabas, podían llevarte a restaurantes, hoteles y a cualquier sitio, sin que tu jamás molestases . Tú aceptabas todo Emi con tal de que no te dejasen. La palabra protesta, no existía en tu vocabulario. Eras simplemente buena, te conformabas con verlos y los veías, nada más se podía pedir.

Así fue pasando el tiempo, nunca te olvidamos, te llamábamos de vez en cuando y seguimos oyendo lo buena que eras pero un día terrible, nos enteramos que te habían vuelto a abandonar a la puerta de un albergue de Sevilla. Por 2ª vez, te viste atada y humillada, viste marchar a tu amito del alma, dejándote atada. No, no nos lo contaron, que las cobardías y las canalladas no se cuentan, simplemente nos enteramos por casualidad tiempo después y así supimos Emi, que la niña había dejado de ser niña para convertirse en adolescente y ya no le interesabas como antes, que os habíais cambiado de casa y tu en ella no adornabas de la misma manera, que en definitiva te habías convertido en un juguete roto de Reyes como rota debía de estar la carta que te acompaño en día de tu entrada en la casa y ya se sabe que un juguete roto es un trasto en cualquier casa, supimos Emi que, en definitiva, te habían dejado de querer.

Te llevaron y te ataron a esa puerta y te calumniaron para tapar su canallada. Que si te habías vuelto sucia, si te habías vuelto agresiva, que si rompías plantas, que eras mala Emi, tan mala que hasta atada te tuvieron que tener por tu comportamiento infame. Supimos que habías cumplido tu parte del trato y que ellos no cumplieron la suya. Supimos que te encontraron terriblemente triste atada a esa puerta de ese albergue, ellos acostumbrados a ver tanta tristeza, se escandalizaron con la tuya, que no podías asumir una segunda traición ni tanta calumnia, que te negabas a seguir viviendo y que como no sabías como pegarte un tiro, ni hacer un nudo a una cuerda, empezaste a mutirlarte causándote terribles heridas, que dejaste de comer.... Supimos todo eso y mucho más que aquí no cabe.

Solo pedirte perdón Emi porque mi error fue el causante de tu horror. Yo creí que era buena gente y no lo era y tú, Emi, lo pagaste todo. Que sepas que nadie se creyó sus calumnias y que todo el mundo supo y sabrá tu triste historia y con ella, conocieron a quien te causó tanto dolor.

Segovia a 15-11-2004

Emi, tras su segundo abandono